Desde hace semanas, los expertos lo han estado advirtiendo: los datos epidemiológicos no son favorables y la cuarta ola de coronavirus es una posibilidad cada vez más preocupante. Con casi 30.000 fallecimientos de personas mayores en residencias desde el inicio de la pandemia, es necesario un análisis del contexto actual y de las alternativas más viables para garantizar la protección de los más vulnerables.
¿Habrá una cuarta ola de coronavirus?
Poco más de un año después de que se decretara la pandemia, la Covid-19 sigue ocupando los titulares de la actualidad. A pesar de que cada vez se conocen más datos sobre la enfermedad, su evolución y su contagio, lo cierto es que la situación sanitaria en España sigue siendo preocupante.
Y es que, a pesar de que más de un centenar de países se encuentra en plena campaña de vacunación, los contagios han aumentado de forma global después de varias semanas de descenso. En el caso concreto de España, la curva epidemiológica volvió a situarse en riesgo alto el 31 de marzo de 2021.
Tras la Semana Santa, el Ministerio de Sanidad notificó más de 10.000 nuevos contagios y registró una incidencia acumulada de 163,37 casos por cada 100.000 habitantes. Actualmente, la incidencia se sitúa en 167,97 casos. Ante este panorama, la comunidad científica coincide en que la cuarta ola de coronavirus no es solo una posibilidad sino una realidad inevitable si no se extreman las medidas y restricciones para evitar un incremento de los casos, sobre todo, con las personas de edad avanzada y otros grupos de riesgo.
¿Cómo afectaría la cuarta ola a las personas mayores?
Uno de los retos a los que se enfrenta la actual gestión de la pandemia es el desgaste físico y psicológico que han provocado tantos meses de cambios constantes, de noticias desalentadoras y de restricciones a la normalidad en la que vivíamos hasta marzo de 2020. Un agotamiento que en el caso de las personas mayores ha sido más notable:
- Los cambios de rutina son más difíciles de asumir a ciertas edades.
- El confinamiento y las posteriores medidas de contención del virus han supuesto un agravamiento de los problemas de soledad y un distanciamiento de la familia.
- Las personas mayores institucionalizadas han sido uno de los grupos de mayor mortalidad durante la pandemia. Alrededor de 20.000 fallecidos durante la primera ola (casos confirmados o con síntomas compatibles entre el 14 de marzo al 22 de junio), más de 6.000 hasta finales de 2020 (segunda ola) y alrededor de 3.500 hasta marzo de 2021 (tercera ola).
- La limitación de la movilidad ha supuesto una disminución en la actividad y las relaciones sociales, agravando los estados de salud física y emocional más frágiles.
Aunque en la actualidad existe más información acerca de las consecuencias del aumento de los casos de contagio, es precisamente ese conocimiento del escenario que se avecina el que puede generar un mayor estrés entre los grupos de población con edad avanzada. El retorno a medidas de contención más estrictas y de lo que ellas suponen agrava la ansiedad de aquellos que peor lo han pasado durante las tres olas anteriores de la pandemia. Insomnio, trastornos depresivos, fobias y estrés serán los síntomas de la nueva enfermedad: la fatiga pandémica.
Nuevo récord de vacunación: personas mayores y cuarta ola de coronavirus
Pero no todo van a ser malas noticias. Parece ser que el temor a una cuarta ola ha impulsado el ritmo de vacunación y ayer 7 de abril de 2021 se registró un nuevo récord de casi 337.000 personas vacunadas con respecto al martes anterior. A fecha de hoy, un 13,5% de la población española ya ha recibido una dosis de la vacuna y un 6,2% ha sido inoculada con las dos dosis. Un aspecto positivo en cuanto a la evolución de las cifras es que la vacunación anticovid, a pesar de llevar un ritmo lento, continúa su avance. Esto sin duda ha supuesto un importante cambio con respecto a la seguridad de los grupos de población más vulnerables y las estadísticas así lo han reflejado con una cifra de fallecidos cada vez menor.
En cuanto a los grupos de edad avanzada, el 83,2% de las personas mayores de 80 años ya han recibido la primera dosis y el 46,9% ya han sido vacunados con la pauta completa. La situación se complica si tenemos en cuenta que en la franja de edad entre los 70 y los 79 años únicamente han sido vacunados con la primera dosis el 6,8%, por lo que la cuarta ola podría afectar principalmente a este grupo de población si no se toman las medidas necesarias o si no se incrementa el porcentaje de vacunados a tiempo.
Consejos para garantizar el bienestar de los mayores en esta pandemia
El inicio de la vacunación a finales de 2020 supuso una inyección de optimismo en la lucha contra la pandemia. Sin embargo, tanto la comunidad científica como los organismos sanitarios insisten en que este es solo el comienzo de un proceso muy largo, no una solución inmediata. Mantener las medidas de higiene, protección y distanciamiento social es fundamental para vencer esta batalla y garantizar la protección de las personas mayores.
- Insistir en las medidas de higiene de manos habitual, preferiblemente con jabones neutros y durante el tiempo de aplicación adecuado.
- Llevar a cabo una desinfección regular de las zonas más sensibles del hogar (interruptores, pasamanos, dispositivos electrónicos…).
- Mantener una dieta sana y equilibrada con productos de temporada y vigilar cualquier cambio en los hábitos de alimentación o pérdida de peso involuntaria.
- No perder el nivel de actividad, ya sea dentro o fuera de casa, para conservar las mismas rutinas de siempre y evitar los pensamientos negativos.
- Promover el contacto indirecto con familiares y amigos (llamadas, videoconferencias, reuniones en espacios abiertos y con distancia de seguridad).
- Evitar lugares concurridos (mercados, parques, iglesias…).
Cuidadores a domicilio: la mejor solución para proteger a los mayores
Un año de restricciones y cambios de hábitos sociales ha demostrado que la fórmula de contención más eficiente es la de limitar el contacto con otras personas. Con todo, esta medida representa un fuerte impacto emocional en los adultos mayores que viven solos. Frente a estas circunstancias, la presencia de un cuidador a domicilio se presenta como la solución más beneficiosa.
Un cuidador profesional se asegurará de que tu familiar se encuentra seguro y protegido en casa, realiza sus rutinas de ejercicio, se alimenta adecuadamente y toma su medicación de forma puntual. En el eventual caso de un confinamiento duro, será la compañía que el adulto mayor necesita para no perder el contacto con su entorno y facilitará nuevos canales de comunicación para evitar el aislamiento y la soledad.
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