Reanudar las actividades cotidianas después de las vacaciones puede ser el momento más rechazado por muchas personas. Es allí cuando suele presentarse el llamado sindrome post vacacional, estrés o depresión post vacacional, el cual afecta de distintas maneras a niños y adultos.
Aunque el sindrome post vacacional no está considerado internacionalmente como una enfermedad, atrae el interés y atención de médicos y especialistas de la salud por cuanto cada vez es mayor el número de personas que en el período de reincorporación laboral (o escolar) presentan malestares como fatiga, cansancio, dolor de cabeza, depresión, irritabilidad, nerviosismo, insomnios, entre otros, causados por el sindrome.
La cotidianidad, las responsabilidades y las actividades impostergables contribuyen a la recuperación progresiva de quienes sufren el sindrome post vacacional; sin embargo, existe una población susceptible a los efectos de éste y que parecen ser menos visibles y tomados en cuenta porque por su edad y condición física no trabajan ni estudian: los adultos mayores dependientes.
Cuando se llega al momento que por razones relacionadas a la edad y a la salud se requiere ayuda, se depende, de alguien para realizar muchas de las acciones que en la juventud se hacían independientemente y a gusto propio como comer, peinarse, ir al baño e incluso caminar se entra en un estado en el que la depresión y la tristeza suelen ser frecuentes. No obstante, las vacaciones para muchos de los adultos dependientes es el respiro esperado, el cambio de rutina para ellos y sus cuidadores, en algunos casos familiares, pues puede ocurrir que otros familiares asuman el cuidado o salen de vacaciones con toda la familia y sobran cuidadores entre los mismos familiares que están más relajados y dispuesto a ayudar al adulto mayor que requiere colaboración para realizar sus tareas.
En vacaciones también se da el caso en el que los mayores dependientes son llevados a estancias temporales de verano en la que son asistidos por personal calificado en todas sus actividades, además pueden disfrutar de actividades al aire libre, de entretenimiento y culturales planificadas exclusivamente para ellos. Es decir, muchos mayores también salen de vacaciones, en este caso unas vacaciones adaptadas a sus necesidades y pensadas para hacerlos más felices y con mayor interacción social, lo que les da un nuevo respiro a sus vidas y les inyecta nuevas energías.
En los mayores dependientes la culminación de las vacaciones es un momento en el que el sindrome post vacacional se hace presente a través de diversas molestias físicas y emocionales, pero de manera más silenciosa y casi invisible porque no tienen que reanudar una vida llena de actividades que le colaboren a mejorar su estado o a buscar ayuda médica por falta de rendimiento en el trabajo o de concentración para realizar sus labores. Ellos retornan a una rutina en la que sus familiares están reiniciando el ciclo laboral y escolar y ellos vuelven a los acostumbrados silencios y la dependencia exclusiva de un cuidador con el que pasará todo el día ayudándole a superar este periodo de adaptación.