No es nada extraño que alguna vez hayas oído hablar de la relación entre las bajas temperaturas y enfermedades reumáticas, mucho más si tienes de cerca a una persona mayor que sufre las consecuencias de estas patologías.
De acuerdo a nuestra experiencia, en Cuidum hemos acumulado mucho conocimiento sobre el tema, por lo que queremos despejarte todas las dudas a tener en cuenta para el cuidado que merecen tus seres queridos durante las épocas de frío.
¿Las enfermedades reumáticas son causadas por el frío?
Esta teoría habría que desmentirla de forma tajante; si fuera cierto, los países cálidos tendrían muchos menos enfermos de artrosis o reuma en comparación con los países con clima frío, algo que en lo absoluto sucede.
El desarrollo de estas enfermedades puede deberse a varios factores, como una mala alimentación durante la vida que conlleve una pérdida de materia ósea en la vejez o, simplemente, la predisposición genética a padecerlas son causas probables para su aparición.
Está comprobado que el frío no guarda relación con el desarrollo de estas patologías, aunque sí con sus consecuencias. Una baja sensación térmica puede conseguir que los dolores de la artrosis se conviertan en toda una pesadilla sobre todo para nuestros mayores, por lo que hay que prestar total atención en los meses de invierno para evitar que los ancianos lo pasen mal.
Para responder a la interrogante con la que comenzamos este apartado, podemos decir que el frío no provoca las enfermedades reumáticas, pero sí que puede agravar sus síntomas.
¿Por qué se siente más dolor con el frío?
Lo más probable es que durante el Invierno, el dolor de las enfermedades reumáticas de nuestros mayores sean fuertes y en algunos casos casi insoportable, por lo que deberemos de darle todo el apoyo a ellos e intentar evitar que la temperatura a su alrededor baje demasiado.
El frío suele venir acompañado de cambios en la presión atmosférica. Los humanos contamos con receptores que toman información del medio ambiente y modifican el cuerpo levemente para adaptarlo a situaciones diferentes. Pues bien, estos receptores son los que alertan al organismo de la presencia del frío, pero que lamentablemente, en el caso de padecer enfermedades reumáticas, sus consecuencias se convierten en dolor.
También hay que tener en cuenta que el frío hace que los músculos se contraigan de forma notable. En las personas jóvenes y sanas esto no es ningún problema, pero para la debilitada estructura ósea de un anciano sí que puede llegar a ser una fuente de problemas y, por supuesto, de molestias musculares. Ante esta situación no hay ninguna ayuda farmacológica posible. Además, esto sería del todo desaconsejable, ya que el cuerpo del anciano lo único que está haciendo es protegerse del frío, aunque ello implique sensaciones de dolor más agudas en las extremidades afectadas por enfermedades reumáticas.
Lo que sí podemos hacer es brindar a nuestros seres queridos un entorno cómodo con una temperatura agradable que evite que el frío llegue a sus huesos, acompañándolo de técnicas de fisioterapia para disminuir las dolencias reumáticas, ejercicios de forma moderada, o realizar algún tipo de actividad que permita mover sus articulaciones sin hacer daño a su cuerpo. Calor y, por supuesto, cariño forman la mejor recomendación para que un anciano pase un invierno libre de dolores.
2 comentarios
Estoy interesada en el trabajo de interna cuidado de personas mayores o niños
Ya tengo experiencia
Gracias !!
Hola Patricia:
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Un saludo y mucha suerte.