Hacerse mayores implica una serie de transformaciones no solo físicas y emocionales sino conductuales. Los cambios en la personalidad del adulto mayor no son un hecho aislado sino que forman parte de esta transición. No obstante, tampoco es algo que cuidadores y familiares deban pasar por alto. Incluso las obsesiones o manías comunes pueden acabar convirtiéndose en un problema si no se gestionan adecuadamente.
Manías comunes y cambios de personalidad en la vejez
Los cambios de comportamiento en la vejez pueden ser conscientes o inconscientes, pero por lo general siguen patrones bastante similares. Ello es debido a que muchos de estos trastornos están provocados por los mismos problemas asociados a la edad: problemas con el lenguaje, pérdida de vista y audición, desorientación y pérdida de memoria, enfermedades como la demencia o el alzheimer…
Algunas de las manías y obsesiones relacionadas con estos cambios de personalidad en la vejez son:
- Preocupación constante por lo que pueda pasar.
- Obsesión con el orden y la simetría en la colocación de los objetos de la casa.
- Preocupación por enumerar o etiquetar todo.
- Inquietud frente al contagio de enfermedades (sobre todo en estos tiempos de pandemia).
- Inflexibilidad en horarios y rutinas.
- Desconfianza ante cualquier situación fuera de lo rutinario.
- Obsesiones del dinero en personas mayores.
TOC en adultos: así afecta a la tercera edad
El Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC) afecta a un 3% de la población. A través de las conductas rituales, las personas que lo padecen tratan de reducir su ansiedad, verdadero trasfondo del problema.
Tener TOC a edades avanzadas es bastante común. Con el paso del tiempo y el aumento de las preocupaciones, el estrés acaba encontrando una vía de escape en este tipo de comportamientos.
El TOC en adultos se agrava a edades más avanzadas. Estos cuadros obsesivos pueden limitar en gran medida las actividades de la vida diaria así cómo convertirse en una fuente de conflictos con el entorno. Las formas de manifestación más habituales del TOC en adultos mayores son los rituales de comprobación (luces, puertas, grifos, ventanas…) y el temor incontrolable a sufrir algún tipo de enfermedad o desgracia personal o familiar.
Claves para gestionar los cambios en la personalidad del adulto mayor
Una parte importante de las tareas diarias del cuidador es saber lidiar con las conductas difíciles y los cambios de personalidad del adulto mayor. Las personas mayores que repiten lo mismo muchas veces, que se muestran reacias al diálogo, que no cooperan durante el cuidado o que se cierran en banda a cualquier tipo de interacción también necesitan de asistencia. Pero, ¿cómo actuar en estos casos?
El hecho de que el cambio de conducta en adultos sea algo habitual no implica que resulte sencillo afrontar este tipo de situaciones. La buena gestión de conductas disruptivas o inapropiadas es una cuestión de práctica. Estos consejos te resultarán de utilidad a la hora de afrontar los cambios de personalidad en la vejez sin que ello suponga un desgaste para ti o para la persona que tienes a tu cargo.
- Descarta los motivos más obvios por los que se esta produciendo ese cambio de conducta en adultos. En ocasiones puede ser algo tan sencillo como la incomodidad del vestuario o de la posición, hasta algo menos visible como el cansancio, el hambre o la sed. También es posible que los cambios en la personalidad del adulto mayor estén relacionados con algún tipo de tratamiento farmacológico. En estos casos será recomendable llevar un registro de las dosis y los episodios disruptivos para valorar con el médico una posible relación entre ambos.
- Existen manías comunes a las que simplemente hay que restarles importancia. Por ejemplo, son habituales las obsesiones del dinero en personas mayores o las ideas fijas sobre cómo debe estar posicionado tal mueble o cómo debe servirse tal plato. Lo preocupante no es la manía en sí sino la posibilidad de que esta pueda llegar a resultar incapacitante. Es lo que sucede en ocasiones con la persona mayor que no quiere salir de casa. En estos casos, es necesario intervenir de manera activa y promover un cambio de actitud.
- Analizar y entender las posibles causas de preocupación del adulto mayor y en qué medida guardan relación con su cambio de actitud. La comunicación es muy importante para lograr entender la situación y darle el tratamiento que se merece. La frustración y el miedo suelen ser dos de los sentimientos más involucrados en las conductas disruptivas de los mayores, pero se pueden controlar con éxito empleando alguna de las siguientes estrategias:
- Escuchar música o ver películas con las que se sientan identificados. Rememorar el pasado es una buena manera de plantarle cara al futuro con optimismo e ilusión.
- Construir un libro de recuerdos o un álbum fotográfico en el que se mezclen historias pasadas y presentes.
- Evadir la tristeza y la melancolía con actividades que impliquen movimiento. El baile es un modo estupendo de liberar estrés y despejar la mente.
¿Y si los cambios de conducta en adulto se manifiestan en las acciones rutinarias?
Un cambio de actitud repentino y mal gestionado acaba convirtiéndose en una discusión. Los enfados del adulto mayor pueden llegar a ser muy similares a las pataletas de los niños, pero no se pueden abordar de la misma manera. Para resolver estas situaciones que rompen la armonía del día a día lo más recomendable es:
- Evita actitudes paternalistas. No trates al adulto como a un niño.
- Habla despacio, manteniendo un tono neutro y sin elevar la voz. Y ten paciencia. Pensar que no te están entendiendo puede generarles aún más frustración.
- Escucha con atención y sin cortar las frases. Intervén durante los silencios, sin interrumpir.
- Acepta las opiniones diferentes. El desacuerdo no tiene por qué ser necesariamente un motivo de conflicto cuando existe el diálogo.
- Si la situación se complica, procura modificar el foco de atención. Lleva el tema hacia otro terreno hasta que se apacigüen los ánimos.
- El humor y la risa pueden con todo. No banalices sus preocupaciones, pero intenta generar el ambiente propicio para que la persona mayor termine sucumbiendo también a la risa y a su poder terapéutico.
Las manías y obsesiones no son algo exclusivo de la tercera edad. No obstante, es más habitual que este tipo de conductas irreflexivas se instalen con mayor facilidad en las rutinas del adulto mayor. Su pronta identificación y su corrección a través de las técnicas que te hemos explicado evitará que se conviertan en un verdadero problema.