Si hay algo que nos afecta a todos por igual y que solo es cuestión de tiempo es el hecho de hacernos mayores. Es un proceso progresivo y natural con el que se completa el ciclo vital de cualquier persona. Los cambios en la tercera edad forman parte de una etapa que el adulto mayor y su entorno deben aprender a afrontar de forma activa, con ánimo e ilusión. Un momento en el que la comprensión y la empatía desempeñan un papel fundamental.
La tercera edad: cambios que van de dentro afuera
Desde que nacemos estamos en constante evolución. Los cambios comienzan siendo muy rápidos, con posterioridad se distancian más en el tiempo y al final del ciclo vital vuelven a acelerarse. Se trata de un fenómeno intrínseco a la propia naturaleza del ser humano y supone una transformación notable desde el punto de vista físico, psicológico y emocional.
Alrededor de los 65 años comienza una nueva etapa de la vida que se define por los cambios en la tercera edad. Si bien estos no se manifiestan del mismo modo y con la misma intensidad en todas las personas, sí que existen ciertos rasgos comunes que nos hacen pensar en un proceso de transformación bastante similar en todos los individuos.
Cambios físicos y biológicos
Desde el punto de vista biológico, hacerse mayores implica la ralentización de todos los procesos relacionados con la regeneración y el desarrollo celular. Las células, genéticamente programadas para desaparecer de forma selectiva, dejan de reproducirse con la rapidez necesaria para mantener la maquinaria en funcionamiento.
La muerte y/o atrofia celular producen un desequilibrio en la estructura del sistema nervioso que a su vez se refleja en el desgaste óseo y muscular así como en otros cambios a nivel cardiovascular, respiratorio o sensorial. El resultado es el debilitamiento progresivo del organismo, más vulnerable ante los agentes patógenos, más propenso a la enfermedad y con una respuesta de recuperación más lenta.
Cambios psíquicos
Si el cuerpo en general se vuelve más lento como consecuencia de los cambios en la tercera edad, también lo hacen las capacidades intelectuales. La capacidad de procesar información, resolver problemas, relacionar ideas y comunicarlas tiende a disminuir con la edad como consecuencia del desgaste neuronal.
Este deterioro no es homogéneo en todos los adultos mayores. Sin embargo, el riesgo de padecer pérdida de memoria, espontaneidad en el proceso de pensamiento o capacidad de expresión aumenta en edades avanzadas.
Cambios emocionales
Con la pérdida de facultades motoras e intelectuales también se producen cambios a nivel anímico. Estos son la consecuencia natural de una transformación que en ocasiones va ligada a la pérdida de autonomía, a las limitaciones de movilidad y a la dependencia de otras personas.
Por otro lado, la capacidad de adaptación disminuye con la vejez. Los cambios en la tercera edad son más difíciles de asimilar que en etapas anteriores, motivo por el que es habitual que las personas mayores se sientan más inseguras, temerosas o vulnerables.
Las necesidades sociales se mantienen: afecto, participación y utilidad
Si hay algo que no modifica el hecho de ganar años es el valor del individuo en la sociedad. Las personas mayores siguen teniendo la necesidad de relacionarse con su entorno, de sentirse activas y de tomar decisiones por sí mismas. En tanto que muchas de sus capacidades se van viendo mermadas, es responsabilidad de cuidadores y familiares facilitarles su espacio y hacer que se sientan útiles.
El afecto, la empatía y la promoción de la autonomía son aspectos imprescindibles para afrontar la tercera edad con ilusión, salud y actitud positiva. El cambio de rol en la comunidad, en la familia o en el ámbito laboral (jubilación) no puede suponer la pérdida de expectativas. Este proceso de transformación es mucho más saludable cuando se desarrolla desde la perspectiva de la integración y la participación, no desde el aislamiento y la soledad.
Consejos para asimilar el envejecimiento: afrontar los cambios en la tercera edad con empatía
Nadie dijo que fuera sencillo: a envejecer también se aprende. Y no es una tarea exclusiva del adulto mayor sino de todo su entorno, que también deberá estar preparado para afrontar los cambios en la tercera edad con las herramientas adecuadas.
El éxito del proceso está asegurado cuando se cuenta con el respaldo de familiares y cuidadores empáticos. ¿Sabes cómo tratar con personas mayores? Aquí tienes algunos consejos útiles:Valora las necesidades de asistencia de tu familiar o de la persona que tienes a tu cargo. El objetivo no es reemplazar sus capacidades sino fomentar su autonomía entendiendo que donde hay un límite siempre hay una alternativa.
– Crea rutinas. La tercera edad se lleva mejor cuando los adultos mayores tienen unos horarios definidos y hay cierto orden en el transcurso de la jornada. Crear rutinas hará que se mantengan en activo, seguras y motivadas.
– Vigila su salud. Dieta, medicación, higiene, alimentación… El avance del deterioro natural del cuerpo y la mente se ralentiza cuando el adulto mayor goza de un buen estado de salud. Haz un esfuerzo por entender sus preferencias y manejar con acierto sus limitaciones.
– Promueve la participación y la comunicación. Haz que la persona mayor se sienta parte de la realidad en la que vive. Escucha sus opiniones, facilítale las herramientas para que las exprese y muestra interés por ellas.
La importancia de la empatía en el cuidador: ponte en su lugar
El éxito de la asistencia al adulto mayor en la tercera edad no solo está en la experiencia, la identificación de sus necesidades o la prestación de la ayuda adecuada. Hay un aspecto mucho más personal que influirá de manera positiva en el afrontamiento de los cambios en la tercera edad: la empatía del cuidador.
En Cuidum valoramos especialmente las capacidades de las cuidadoras a la hora de ponerse en el lugar de la persona que tienen a su cargo y proporcionarles mucho más que asistencia domiciliaria básica. La empatía de cuidador implica realizar un esfuerzo por entender a la persona mayor y tomar la decisión más adecuada en cada momento, garantizando así la calidad del servicio prestado y, en consecuencia, su felicidad.
Por norma general, la historia ha enaltecido la juventud y estigmatizado la vejez. Así como en muchas sociedades esta última es motivo de veneración. Desde Cuidum promovemos un servicio de asistencia domiciliaria de calidad basado en la experiencia, el conocimiento y la empatía de los cuidadores con el objetivo de que las personas mayores ocupen el lugar que les corresponde en la sociedad.