Aspectos como la soledad o el debilitamiento del estado de salud son a su vez el desencadenante de otras patologías de carácter psicológico y emocional. En muchas personas, esas obsesiones se focalizan en la creencia infundada de padecer una enfermedad grave. Este trastorno se denomina hipocondría y resulta todo un reto para los familiares y cuidadores de las personas mayores que la padecen.
Pensamientos intrusos sobre la enfermedad: así es la hipocondría
Cualquier pensamiento obsesivo y recurrente puede distorsionar nuestro concepto de la realidad. Cuando esas ideas negativas están asociadas a la enfermedad hablamos de hipocondría, una entidad clínica cuyos síntomas y comportamientos más característicos son:
- Interpretación errónea de las sensaciones corporales desde una perspectiva muy negativa. Cualquier signo de enfermedad (tos, dolor de cabeza, lesiones cutáneas, leves dolores musculares…) se transforma en una idea sobrevalorada de la enfermedad.
- Firme convicción de que se padece algún tipo de enfermedad. Es un comportamiento obsesivo e irracional.
- La hipocondría está estrechamente vinculada a la sugestión. Cualquier mala noticia o cualquier información relacionada con la enfermedad se convierte en el detonante de una imparable cadena de pensamientos pesimistas.
- El miedo se convierte en un estado anímico constante y persistente que limita la capacidad de relacionarse con el entorno de un modo saludable.
- Síntomas somáticos provocados por una ansiedad extrema y que pueden resultar incapacitantes. El paciente con hipocondría no finge los síntomas: son una fabricación irreal producto de su propia preocupación.
- Los pacientes hipocondríacos solicitan constantemente ser atendidos por un médico. No obstante, incluso la opinión del especialista solo les proporciona una tranquilidad pasajera.
- Autodiagnóstico de la enfermedad. Puesto que la opinión de los expertos no termina de resultar convincente, lo habitual es que quienes padecen de hipocondría emitan su propio diagnóstico a partir de los síntomas que experimentan.
¿Por qué es tan común la hipocondría en personas mayores?
Los trastornos por somatización e hipocondría se han convertido en un problema grave en nuestra sociedad. Según los datos recogidos en el estudio Recomendaciones Terapéuticas en los Trastornos Mentales, uno de cada nueve pacientes que acude a la consulta de médico de familia presenta síntomas propios de la hipocondría. De estas cifras se puede deducir que entre el 15 y el 20% de la población mundial padece este trastorno, unos porcentajes que se habrían agravado a raíz de la actual pandemia del coronavirus.
A edades avanzadas, la predisposición a desarrollar comportamientos obsesivos con respecto a la enfermedad se intensifica. No en vano, la hipocondría en personas mayores muestra factores desencadenantes que no son tan habituales en los grupos de población joven:
- Son pacientes que ya han sido diagnosticados de otras afecciones y son conscientes de su frágil estado de salud.
- Existe una mayor probabilidad de haber sufrido alguna experiencia traumática asociada a la enfermedad.
- La soledad y la merma en las relaciones sociales incrementan su sensación de vulnerabilidad.
- La falta de estímulos, la disminución de la actividad y el aislamiento en el hogar exponen al adulto mayor a nuevas preocupaciones.
- El propio proceso de envejecimiento suele asociarse a pensamientos negativos y pesimistas en relación a la salud y el temor a la muerte.
- Se produce un deterioro progresivo y natural de las capacidades físicas y cognitivas que las personas mayores pueden interpretar como un síntoma de enfermedad.
- La obcecación y la inflexibilidad son rasgos de comportamientos más comunes en la tercera edad. Contradecir las creencias de un adulto mayor resulta muy complicado.
¿Cómo identificar el trastorno de hipocondría en las personas mayores?
Quienes trabajamos a diario en el ámbito de la atención domiciliaria somos conscientes de la gravedad del problema. Sin embargo, la hipocondría en las personas mayores sigue siendo un trastorno desconocido en el ámbito de la familia. La pronta identificación de los síntomas de la hipocondría es imprescindible para el correcto manejo de este trastorno.
¿Estás a cargo de un adulto mayor y has empezado a notar cambios en su comportamiento? Aprende a identificar la hipocondría en las personas mayores prestando atención a los siguientes aspectos:
- Sobrepreocupación por cuestiones de salud que antes pasaban inadvertidas, por ejemplo, un simple resfriado.
- Aumento de los niveles de estrés y ansiedad que se manifiestan con cambios de humor bruscos.
- Problemas para conciliar el sueño.
- Temas de conversación que siempre giran en torno a la enfermedad.
- Apatía y reducción de la actividad diaria, sobre todo si implica salir de casa.
- Disociación entre lo racional y lo emocional.
- Sensación de tranquilidad muy vaga o nula tras el diagnóstico profesional.
- Desconfianza en los argumentos tranquilizadores de familiares y cuidadores.
Tratamiento de la hipocondría en personas mayores: consejos para cuidadores y familiares
El paciente hipocondríaco no es un enfermo imaginario. Su trastorno psicológico provoca en su cuerpo sensaciones que experimenta como una enfermedad real, con la angustia y la preocupación que ello conlleva. La tarea de familiares y cuidadores en el manejo de la hipocondría en personas mayores es tomar conciencia de esta complicada realidad y abordarla del modo menos traumático para el paciente:
- Fomentar la autoestima con actitudes que refuercen la seguridad y los pensamientos positivos. Para ello, es importante reconocer los pequeños logros del día a día y estimular a las personas mayores con nuevos retos que estén a su alcance.
- Evitar la sobreprotección. No hay que caer en la indiferencia, pero hay que mantenerse al límite de las preocupaciones de salud infundadas.
- Limitar la exposición a informaciones que puedan conducir a un estado anímico alterado. Por ejemplo, los temas relacionados con la pandemia resultan muy estresantes.
- Reducir las visitas asiduas al médico cuando no existe una causa justificada. Conviene relativizar la gravedad de los síntomas, pero no negarlos, ya que el paciente los experimenta como algo real.
- Elaborar un plan de actividades que mantengan al adulto mayor en activo dentro y fuera de casa (ejercicio, lectura, manualidades, conversación…).
- Crear un entorno de relaciones saludables que favorezcan a una visión más optimista de la realidad. Evitar los entornos tóxicos que realimentan los pensamientos negativos.
¿Has tenido alguna experiencia destacada en el cuidado del adulto mayor con síntomas de hipocondría? Cuéntanos tu experiencia y ayuda a cuidadores y familiares con nuevos recursos que les permitan afrontar con éxito estas circunstancias.