Cuando las cuidadoras de personas mayores llegan a convertirse en un miembro nuevo de la familia
En este mundo lleno de videos virales hemos tenido la oportunidad de ver muchas situaciones de reencuentro entre cuidadoras de personas mayores y pacientes, enfermeras y familias. El último que ha caído en nuestras manos refleja la alegría de una enfermera al ver que se levantaba de la silla de ruedas una joven paciente que durante un tiempo sufrió una enfermedad que le impedía caminar y a la que hacia de cuidadora. Ambas se fundían en un abrazo lleno de sentimiento y alegría compartida.
El vínculo entre las cuidadoras de personas mayores o dependientes y los pacientes está tejido de complicidad y afectividad cultivada en largas horas de convivencia e intimidad inherente a los cuidados.
[bctt tweet=»El vínculo entre las cuidadoras y los pacientes está tejido de complicidad y afectividad cultivada en largas horas de convivencia e intimidad inherente a los cuidados.»]
Muchos dirían que cuidar nos permite ver una parte de la realidad muy especial, la de la fragilidad y la enfermedad. Establecer una relación con otro ser humano en esas circunstancias es algo muy especial y lo que eso aporta a un cuidadora de personas mayores o dependientes es algo maravilloso e incuantificable.
Y las personas que reciben los cuidados, que muchas veces están librando una dura batalla, en su dependencia aprenden a confiar en el cuidador estableciéndose un vínculo único entre ellos.
De esta forma, cuando el vínculo es reconocible por todos, el cuidador pasa a ser uno mas de la familia.
Es beneficioso para todos y especialmente para los pacientes que la familia apoye y confíe en el cuidador. Sabemos que el trabajo de cuidadora de personas mayores o dependientes es sacrificado y vocacional y toda ayuda es poca. El reconocimiento y el apoyo de la familia son una parte fundamental para evitar el agotamiento de los cuidadores.
Los cuidados tienen muchas dimensiones. A menudo los reducimos a las actividades más básicas de la vida cotidiana, las relacionadas con la comida, la higiene, con la medicación o las movilizaciones. Pero en realidad, para garantizar unos cuidados de calidad en todas las dimensiones tenemos que trabajar aspectos emocionales o psicológicos que si bien no son tan visibles son de gran importancia.
Quizás no todos los miembros de la familia estén capacitados para realizar los cuidados de salud, pero seguro que todos tenemos algo que aportar para acoger a la cuidadora en el hogar y facilitarle su labor. Una buena palabra en muchas ocasiones es la mejor medicina.