Apoyo, visibilidad y reconocimiento. Cada 5 noviembre día del cuidador es una oportunidad para recordar al conjunto de la sociedad la inmensa labor que realizan a diario quienes cuidan de personas mayores y/o dependientes. Una labor que sin duda se ha complicado como consecuencia de la crisis sanitaria provocada por el Covid-19, pero que en ningún caso ha mermado la vocación y la entrega con la que estas personas se dedican al cuidado de quienes más lo necesitan.
Día del Cuidador del adulto mayor: Una fecha para el reconocimiento
Feliz Día del Cuidador, una fecha para recordar que en el país existen más de 9 millones de personas de más de 65 años, cifras que nos hacen entender la importancia de la figura del cuidador en la sociedad actual.
Los cuidadores y cuidadoras celebran hoy su día. Una jornada especial en la que dar visibilidad al esfuerzo que estas personas realizan a diario y que supone mucho más que un mero trabajo. Los cuidadores hacen una gran aportación a la sociedad. No en vano, gracias a ellos las personas mayores están en las mejores manos y disfrutan de la vejez que se merecen.
Más del 85% de las personas cuidadoras son mujeres
Todos hemos oído hablar de cuidadores a domicilio o de personas que reciben asistencia en sus hogares por parte de familiares. Pero, ¿conoces cuál es el perfil de estas personas que se dedican a la asistencia de mayores y dependientes? Según los datos recabados por el Instituto Nacional de Estadística (INE), el perfil del cuidador en España responde a los siguientes rasgos:
- En más de un 85 % de los casos son mujeres.
- Edad comprendida entre los 45 y los 64 años, con una edad media de 52 años.
- Cohabitan con la persona a la que asisten, siendo o no familiar de esta.
- Tipo de parentesco: mayoritariamente hijas (43 %) seguidas de esposas (22 %) y nueras (7,5 %).
Lo que se deduce de estos estudios del INE es que en España existe todavía un concepto muy tradicional de lo que implica el cuidado de personas mayores. Es una labor que todavía sigue teniendo mayor peso en la figura de la mujer y que en ocasiones recae sobre estas sin que exista verdadero consenso en la familia. La «obligación» de asistir al adulto mayor ha sido tradicionalmente una responsabilidad de ellas y, aunque los tiempos han cambiado con la irrupción de la mujer en el mercado laboral, la presencia de cuidadores hombres sigue siendo muy inferior.
Una importante labor que no siempre es reconocida
La relevancia del papel del cuidador en el día a día de las personas mayores y/o dependientes se puede resumir en tan solo tres palabras: calidad de vida. Un concepto muy concreto que sin embargo abarca infinidad de variables que determinan el bienestar y la felicidad de las personas asistidas.
El Día Mundial del Cuidador tiene su origen precisamente en esta necesidad de concretar cuáles son sus responsabilidades, cuál es su impacto en la vida de las personas a su cargo y de sus familiares y, sobre todo, qué medidas se debe adoptar para afrontar con éxito los nuevos retos que se plantean de manera constante en el ámbito de la asistencia domiciliaria.
En este sentido, los derechos y necesidades del cuidador siguen siendo una de las tareas pendientes. Por desconocimiento de estos o por temor a reclamarlos, sobre todo en aquellos casos en los que no existe un contrato laboral, son muchos los cuidadores que viven sometidos a un nivel de estrés, de exigencia y de implicación que no se ajusta a la legalidad.
Fruto de estos abusos aparecen problemas como el síndrome del cuidador quemado, el deterioro físico y mental, las condiciones económicas y laborales precarias y, en general, la degradación de un trabajo que resulta imprescindible en nuestra sociedad. La creación de un marco legal mucho menos laxo en todos estos aspectos, la regulación de las tareas del cuidador y de su remuneración y la búsqueda del reconocimiento de sus funciones son motivos de peso para que desde 2014 se celebre en España el Día del Cuidador.
Héroes y heroínas: el papel del cuidador en tiempos de pandemia
Familiares, amigos y personas allegadas han hecho y siguen haciendo un gran esfuerzo para garantizar la seguridad de sus seres queridos más vulnerables. Pero sin desmerecer la labor de estos, podría decirse que los verdaderos protagonistas de la asistencia en el hogar durante la pandemia han sido los cuidadores. Quienes han demostrado que la vocación por atender a las personas que más lo necesitan está por encima de cualquier eventualidad.
Sus conocimientos y su experiencia han sido las dos herramientas básicas para enfrentarse a esta difícil situación, anteponiendo el bienestar de otros a su propia seguridad. Los cuidadores han seguido desempeñando su función asistencial en unos momentos muy complicados tanto para las personas mayores como para sus familias.
En muchos casos, la presencia de estos cuidadores a domicilio ha sido el principal vínculo de conexión entre las personas mayores y sus familiares. Más allá de las tareas básicas de higiene y alimentación, el cuidador ha actuado más que nunca como un acompañante y como un comunicador. Un servicio esencial y una luz de esperanza que muchos han necesitado en los días más oscuros del confinamiento.
¿Cómo debe ser la relación entre la familia y el cuidador?
Las personas mayores necesitan atención al menos durante ocho horas al día, es decir, a tiempo de jornada laboral completa. Obviamente, no todos los familiares pueden disponer de tanto tiempo para asistir a sus mayores y compatibilizar sus necesidades con las exigencias de su propia vida personal, social y laboral. Es uno de los principales motivos por los que se recurre a la figura del cuidador profesional, bien sea a través de jornadas parciales, durante la noche, a tiempo completo o como interna.
En cualquiera de los casos, y para el bienestar de la persona atendida, la relación entre cuidadores y familiares también debe ser fluida y cordial. En definitiva, una relación basada en la confianza mutua que cumpla con unas pautas básicas para garantizar el buen ambiente en el domicilio:
- Comunicación abierta y constante entre ambas partes.
- Respeto y empatía por las circunstancias de cada uno.
- Interés por el estado de ánimo y de salud del cuidador o cuidadora, ya que de ellos también depende el bienestar de tu familiar.
- No ser autoritarios y mostrar agradecimiento y reconocimiento por el trabajo bien hecho.
- Conocimiento y respeto del derecho al ocio y al descanso de los cuidadores.
- Flexibilidad en nuestras rutinas y formas de afrontarlas: hacer y dejar hacer.
- Recurrir al apoyo de una figura mediadora en el caso de que haya que resolver algún problema puntual.