No basta con decir que la pandemia ha marcado un punto de inflexión en la manera de abordar el cuidado de las personas mayores y/o dependientes. Ahora que es posible analizar la situación con cierta distancia y sin la incertidumbre de los primeros meses, es momento de analizar cuáles han sido las consecuencias de la pandemia en los grupos de población más vulnerables y fijar nuevas metas en el ámbito de la asistencia a domicilio.
¿Cómo ha cambiado la vida de los mayores tras la pandemia?
Desde un punto de vista general, las consecuencias de la pandemia han supuesto un cambio radical en nuestras rutinas, nuestros hábitos y nuestra manera de relacionarnos. Es ahora, un año después del comienzo de esta complicada situación sanitaria en todo el mundo, cuando al fin asimilamos hasta qué punto nuestras vidas ya no son como lo habían sido hasta comienzos de 2020.
También ha quedado demostrado que las personas mayores en pandemia han sido las más afectadas. Un hecho que no solo se constata por las más de 30.000 muertes de ancianos en residencias de mayores en España (según datos del Imserso confirmados con PDIA o con síntomas compatibles), sino en su manera de aceptar la nueva realidad.
Cualquier cambio importante en la vida de un adulto mayor supone el comienzo de un lento proceso de adaptación, pero en esta pandemia no ha habido tiempo para ello. Esta transición se ha llevado a cabo de manera tan abrupta que sus consecuencias se han manifestado a varios niveles.
Aspectos sociales
La situación de especial vulnerabilidad de los adultos mayores ha recrudecido algunas conductas discriminatorias. Los acontecimientos más trágicos de la pandemia, como los altos porcentajes de fallecimientos en residencias de ancianos, han favorecido a que cierta parte de la opinión pública y, en consecuencia, las propias personas mayores, vinculen la vejez con una carga social, el deterioro de las capacidades y otros estereotipos estigmatizados. Esa actitud de rechazo que refuerza el edadismo no se corresponde con la realidad del envejecimiento activo que intentamos promover desde empresas como Cuidum.
También ha habido discriminación por edad en el proceso de desescalada: relegar a las personas mayores a la última posición ha contribuido a etiquetar a este grupo de población como el más débil, como si el envejecimiento tuviera las mismas características en toda la población de edad avanzada.
Aspectos psicológicos
La sobresaturación de información y el agotamiento derivado de encadenar tantos meses de cambios e inestabilidad ha supuesto una ruptura en el equilibrio psicológico de los ancianos. Restricciones de movilidad y de reunión, cancelación de las actividades grupales, cierre de centros de día… Demasiados cambios en un tiempo muy limitado.
La inestabilidad es sinónimo de estrés y, por desgracia, no es algo que se cure con una vacuna. El impacto psicológico de la pandemia en personas mayores es, en gran parte, consecuencia de un exceso de información que no ha sabido compensarse con una dosis adecuada de realidad. Es cierto que hay riesgo de contagio, rebrotes y nuevas cepas, pero también hay cada vez más herramientas para afrontar la situación, prevenirla y tratarla. Ese es el mensaje que se debe transmitir.
Aspectos emocionales
Las consecuencias de la pandemia a nivel emocional son, probablemente, las que han supuesto un mayor impacto en la vida de las personas mayores. El confinamiento, una situación nueva e inesperada para todos, ha sido un escenario difícil de sobrellevar en personas de edad avanzada. Si muchas de ellas ya vivían solas antes de la obligación de quedarse en casa, las restricciones de movilidad impuestas han sido el desencadenante de una situación aún más complicada que la soledad: el aislamiento.
Hay personas mayores que más que asistencia para el desempeño de sus rutinas diarias necesitan algo mucho más sencillo: acompañamiento. Con la ruptura de vínculos sociales impuesta por la pandemia se ha agravado la situación de soledad que ya era un aspecto común en la vida de muchos adultos mayores. Una realidad que ha servido para poner de manifiesto la importante labor desempeñada por los cuidadores a domicilio y la necesidad de reforzar la solidaridad, la sensibilidad y la empatía hacia las personas mayores que viven solas.
Tecnología para personas mayores: un nuevo escenario de comunicación
El impacto de la pandemia en personas mayores no solo ha tenido consecuencias negativas. Es posible hacer otra lectura de los aspectos sociales, psicológicos y emocionales vinculados a esta situación. Así, la crisis sanitaria también ha servido para que la sociedad sea más consciente de la necesidad de un cambio en los esquemas más tradicionales de la asistencia a la personas mayores, para reforzar los vínculos familiares y sociales y para la promoción de la solidaridad intergeneracional.
En este último punto es de destacar cómo la tecnología ha permitido abrir nuevas vías de comunicación. La brecha generacional se ha estrechado un poco más a raíz de que los mayores se han visto en la necesidad de recurrir a las nuevas tecnologías para mantener el contacto con sus seres queridos. La comunicación por videoconferencia ha sido, para muchas personas mayores, uno de los grandes descubrimientos de los últimos meses. Una herramienta perfecta para paliar los efectos de la soledad durante el confinamiento que se seguirá empleando para contrarrestar el aislamiento en cualquiera de sus manifestaciones.
La relación entre cuidadores y personas mayores en pandemia
“Apoyar y proteger a las personas mayores que viven solas en la comunidad es asunto de todos”. Esas fueron las palabras exactas con las que el director regional de la OMS para Europa, Hans Henri P. Kluge, alentaba a autoridades y gobiernos a tomar partido en la asistencia a las personas más vulnerables en unas circunstancias tan excepcionales como estas.
Para quienes, como en Cuidum, llevamos años centrando nuestros esfuerzos en este objetivo, estas declaraciones ponen de manifiesto cómo la asistencia a personas mayores sigue siendo una tarea pendiente en las sociedades modernas. La pandemia ha servido para dar visibilidad a problemas asistenciales que son muy anteriores a la crisis sanitaria y para reconocer la labor que desempeñan los cuidadores domiciliarios. No en vano, una parte fundamental del trabajo desarrollado por los cuidadores de personas mayores durante la pandemia ha sido el acompañamiento, el apoyo en situaciones de estrés e incertidumbre y la apertura de nuevos canales de comunicación para mantener el contacto con familiares y amigos.
El objetivo actual de los cuidadores de personas mayores en pandemia ha cambiado. Ya no está tanto en garantizar la protección frente al contagio, cada vez más controlado gracias a la vacuna y los protocolos de higiene y seguridad, sino en mitigar el efecto de fatiga que ha provocado esta situación tan prolongada en el tiempo. Es otra de las consecuencias de la pandemia y otro de los retos más inmediatos en la asistencia de personas mayores en sus domicilios.