Suena a tópico, pero la sociedad todavía no ha aprendido a valorar el papel de los mayores. No nos estamos refiriendo a la utilidad que pueden tener para alargar su vida laboral cada vez más como marca la tendencia actual del mercado, sino al aprovechamiento de sus conocimientos, de su energía humana, de sus ganas de vivir.
La sociedad tiende a arrinconar a los ancianos como trastos inútiles que necesitan pocos cuidados y le otorgamos muy poca importancia a la figura del cuidador. Se cree que nuestros mayores no necesitan más que tener la comida preparada y la ropa limpia, pero de forma rotunda, no es así.
En los casos en los que la familia no puede hacerse cargo de sus ancianos, los cuidador
es deben ser su apoyo esencial. El cuidador, en este sentido, no es una figura pasiva, sino una herramienta fundamental para mejorar la calidad de vida del anciano.
Los mayores, deben de hacer valer sus conocimientos y experiencia vital, seguir aportando a nuestra sociedad, y no ser apartados ni arrinconados, ni es su casas, ni en residencias de ancianos. Como sociedad debemos de seguir aprovechándose de ellos, de una forma simbiótica, sin presiones, pero aportandoles la sensación de utilidad e integración que tanto ellos como la sociedad necesita.
La situación laboral de los cuidadores, una mejora todavía pendiente
Lamentablemente, a pesar de que los cuidadores son muy importantes para las familias con abuelos a su cargo, su figura laboral no está reconocida por la legislación como debiera, sino que se equipara, injustamente, a la de las empleadas de limpieza. La diferencia entre estos dos colectivos es evidente. Mientras que las empleadas de limpieza tienen un objetivo muy específico, los cuidadores deben adaptarse a las situaciones que se planteen con la persona a la que cuidan. Deben enfrentarse a situaciones a veces difíciles y a veces incómodas, y deben hacerlo con mano izquierda, humanidad y mucho afecto.
La indefinición laboral es un problema que afecta, en primer lugar, a la situación de los trabajadores, que en su mayoría son mujeres que necesitan ese empleo para subsistir o para mantener a sus propias familias. Por otro lado, la situación legal afecta también a las familias que contratan los servicios de cuidados, porque en esa situación pueden producirse problemas con el empleado que se niega a realizar tareas que, o bien no le corresponden o bien no están incluidas en su contrato.
El progresivo envejecimiento de la población que está sufriendo nuestro país así como la pérdida de derechos laborales por parte de los trabajadores desde el comienzo de la crisis económica está dejando al descubierto los problemas a los que se tienen que enfrentar los cuidadores y las familias de ancianos que necesitan el apoyo de una persona.
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Es urgente que la legislación de nuestro país reconozca los derechos y las obligaciones laborales de las cuidadoras para que dejen de estar consideradas como simples empleadas de limpieza, puesto que ese no es su verdadero cometido. Las personas mayores necesitan a su lado gente que sepa cuidarles adecuadamente, que sepa escucharles y que esté a gusto con ellos para poder llevar a cabo su tarea de la mejor manera posible. Mejorando las condiciones de las cuidadoras conseguiremos mejorar también la calidad de vida de nuestros ancianos.