El 89% de quienes cuidan de personas mayores y/o dependientes son mujeres. No se trata de una cifra meramente anecdótica. Este porcentaje muestra la desigualdad de género que sigue existiendo en muchos aspectos de la vida cotidiana y, al mismo tiempo, es un reflejo del importante papel que desempeña la mujer en el sector. Concienciar sobre esta realidad y poner en valor el trabajo que realizan en época de pandemia es algo que también debemos contemplar en este 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer. Situación que ocurre dentro del sector del cuidado con la presencia de mujeres cuidadoras.
Un rol de género que sigue generando desigualdades
El hecho de que haya más mujeres cuidadoras que hombres no debería suponer un problema desde el punto de vista de la igualdad de género. Así como sucede con otras actividades, profesionales o no, puede existir un predomino de un género sobre otro simplemente por cuestiones de gustos o preferencias. No obstante, es un aspecto que no se debe abordar únicamente desde el punto de vista de los porcentajes sino teniendo en consideración todo lo que subyace a esta realidad.
¿Por qué el 89% de los cuidadores de personas mayores o dependientes son mujeres? Cuando nos preguntamos por las causas de este significativo porcentaje sale a la luz el verdadero problema de desigualdad de género:
- Asignación tradicional de roles patriarcales
- Consideración errónea de que los hombres están infradotados para estas tareas
- Resignación de la mujer a la hora de asumir la situación
- Sentimientos de vergüenza y culpabilidad
- Desigualdades económicas (las personas que aportan menos ingresos al hogar se convierten en cuidadoras)
La feminización del sector compromete el bienestar de las cuidadoras
Estos problemas de origen no son los únicos. En el propio desempeño de la función de cuidadora se originan nuevas desigualdades que advierten de que esta feminización del sector no es producto de una decisión personal:
- La mayoría de las cuidadoras no profesionales abandonan sus empleos o se acogen a regímenes parciales para entregarse al cuidado de sus familiares.
- A pesar de la intensa labor que desempeñan, el trabajo de cuidadora de personas mayores y/o dependientes es infravalorado y lleva una obligación implícita solo por el hecho de ser mujer.
- La dedicación casi en exclusiva al cuidado de otras personas repercute de manera significativa en el poder adquisitivo de la mujer y en el futuro de sus pensiones y de otras prestaciones sociales y económicas.
- Se presenta un grave problema de conciliación: la mujer no solo asume el rol de cuidadora de las personas que necesitan cuidados específicos sino que además realiza un esfuerzo extraordinario para atender las necesidades de su unidad familiar.
El papel de las cuidadoras durante la pandemia
Cuidar de otras personas, ya sea de manera profesional o no, es mucho más que estar pendiente de sus necesidades más básicas. Quienes estamos especializados en el ámbito de la asistencia domiciliaria somos conscientes de esta realidad, pero no es algo que siempre se conozca o valore por el conjunto de la sociedad.
La pandemia ha arrojado luz sobre la importante función que desempeñan las mujeres cuidadoras y ha puesto en valor su trabajo y su aportación a la sociedad. Este tipo de circunstancias deberían servir para que tanto las instituciones como los agentes sociales asuman el compromiso de mejorar las condiciones en las que estas mujeres brindan su tiempo y su esfuerzo al cuidado de otras personas.
No basta con subrayar que el papel de las mujeres cuidadoras en la pandemia está siendo decisivo. Gracias a ellas muchas personas reciben en su hogar algo más que asistencia para el desempeño de sus actividades diarias. Reciben compañía, son escuchadas y se benefician de la tranquilidad que proporciona el tener a alguien cerca en este escenario de miedo e incertidumbre.
Por todos estos motivos, las mujeres cuidadoras no solo realizan un servicio puntual para una determinada persona mayor y/o dependiente. Trabajan a diario por el bienestar de familiares, amigos y allegados. Porque cuidar de una única persona es cuidar del conjunto de la sociedad.
La profesionalización de los servicios de asistencia domiciliaria
No todo son aspectos negativos. Si de algo podemos enorgullecernos en Cuidum es de participar en un cambio de perspectiva que cada vez más tiende hacia la profesionalización del trabajo de las cuidadoras. Durante las últimas dos décadas se han ido produciendo interesantes avances en el sector que, aunque no han eliminado por completo el problema de la igualdad de género, son el germen de un cambio que sigue en proceso de desarrollo.
Con la profesionalización de los servicios de asistencia domiciliaria, las mujeres cuidadoras van encontrando al fin ese espacio de reconocimiento personal y profesional que se merecen.
- Reconocimiento de los derechos y deberes de las trabajadoras del hogar y de quienes prestan asistencia sociosanitaria a domicilio.
- Inspecciones para el cumplimiento de unas condiciones laborales básicas, prestaciones sociales y económicas, cotizaciones y Salario Mínimo Interprofesional.
- Aceptación de diferentes perfiles de mujer cuidadora, la formal y la informal, cada una de ellas con unas características y necesidades particulares para el correcto desarrollo de su trabajo.
- Incremento de las políticas públicas y de bienestar social que evitan que las mujeres cuidadoras tengan que renunciar a sus expectativas vitales cuando tienen a cargo a otras personas.
- Diversificación de los servicios de atención domiciliaria que permiten asumir los cuidados de manera compartida, disponer de asesoramiento profesional y conciliar la vida personal y familiar con las tareas de la cuidadora.
Todos estos progresos a los que aún les queda un largo recorrido, respaldan el importante papel social que desempeñan las mujeres cuidadoras. Desde Cuidum trabajamos a diario para garantizar su bienestar y avanzar hacia un futuro laboral más justo y equitativo.
Día Internacional de la Mujer: un futuro sin obstáculos para las cuidadoras
Las mujeres no tienen un gen especial para cuidar. Esas supuestas ‘habilidades innatas’ son una justificación que únicamente responde a argumentos con un claro componente patriarcal. El Día Internacional de la Mujer debe servir como altavoz para romper con estos esquemas tradicionales que comprometen el crecimiento personal y profesional de cientos de miles de mujeres en todo el mundo.
Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el número de horas no remuneradas que dedican las mujeres al cuidado de un familiar triplica al de los hombres. Aunque ha habido un incremento de la presencia masculina en este ámbito, la OIT advierte que con este ritmo de cambio harían falta 210 años para equiparar la situación de hombres y mujeres cuidadoras.
La brecha de género en los cuidados sigue siendo una realidad presente en todas las sociedades, pero también lo son los medios que se están poniendo en marcha para evitarla. Teniendo en cuenta que avanzamos hacia una población cada vez más envejecida, es fundamental encontrar nuevas fórmulas de atención a las personas mayores y dependientes que garanticen este doble bienestar: el de las mujeres cuidadoras y el de quienes están a su cargo.
Hoy más que nunca, mujeres cuidadoras: ¡FELIZ DÍA DE LA MUJER!